El espacio terapéutico es un espejo. Pero el espacio de la Licenciada Marcela Romero se ha agrietado. A través de las historias de sus pacientes, la vemos confrontar un dolor que no tiene cura, una frustración que la consume y una impotencia que la asfixia. Cada relato de trauma social, de soledad y de desesperanza es una gota de lluvia que va calando hondo hasta que su mundo interior se inunda. En esta obra, las ventanas del alma se nublan y las lágrimas no son solo de los que hablan. Es un retrato de la fatiga del alma, un viaje al corazón del abismo que se abre cuando un sanador descubre que él también está roto. ¿Puede un terapeuta ser el ancla para otros si su propio mundo se desintegra?